sábado, 7 de febrero de 2015

Inviernos o tentaciones.

También sé que hay inviernos que disfrazan tentaciones y tentaciones que disfrazan inviernos. Y, al final del día, cada una deja sensaciones distintas. Una ganas de huir y otra ganas de correr. Y cuando digo correr, hablo de saltarnos semáforos en rojo con los ojos en verde y el corazón en ámbar (como una eterna primavera). Por eso siempre voy a preferir los inviernos que tienen mala cara, los inviernos fatales que acaban siendo un mero disfraz.

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