jueves, 8 de enero de 2015

Trece tréboles.

Llevo la vida colgando de un hilo
desde que me miraste con los ojos
de un ex-suicida huyendo de un puente.
Llevo las horas atadas al cuello como una soga
asfixiándome a cada paso
mientras las confundo con tus idas y venidas.
También llevo una libreta destrozada
llena de revoluciones- mis revoluciones-
y, sin quererlo,
casi todas hablan de ti
sin ser tuyas.
Tengo una maleta vacía
de objetos que se pueden tocar
con las manos
y llena de recuerdos
que se escapan de las mías.
Llevo los sueños a cuestas,
pretendiendo ser equilibrio
entre dormir sin ti y soñar contigo.

Sin atentar mucho contra la suerte
he tejido unos cuantos tréboles de dos hojas,
por eso de que dicen que
dos tréboles de dos hojas forman uno de cuatro.
Pero he tejido trece,
para que veas que no da mala suerte
ser el número trece
y que, por tener sólo dos hojas
-siendo trébol-,
no vas a sentir más la soledad.

La soledad también sabe abrigar,
justo como tú nunca has sabido abrigarme.

No hay comentarios:

Publicar un comentario